FICHA DEL LIBRO
Título: ¡Cómo molo!... (Otra de Manolito Gafotas)
(1995)
Autora: Elvira Lindo (Cádiz, 23 de Enero de 1962)
Editorial: Alfaguara
El porqué de la elección de este libro:
En mi familia siempre hemos sido de leer, y de releer, tenemos multitud de
libros guardados, asique, rememorando viejos tiempos, busqué por mis
estanterías de libros (con un orden concretamente caótico) aquellas historias
que, de pequeño, me hacían entretenerme. En un principio elegí “La ciudad de
las bestias”, de Isabel Allende, uno de mis libros favoritos desde que salió,
en 2002, pese a que era para adolescentes y yo tenía 10-11 años (por lo que
hubo muchas cosas que no entendí hasta que lo releí más adelante). Pese a mi
predilección por esta obra, su lector objetivo era un adolescente, asique no me
servía. De pronto mis ojos se posaron en la cara de un niño rellenito y con
gafas, y no era una foto mía de pequeño, sino que era la de Manolito Gafotas
(Manolo García Moreno), con el que compartía un hermano al que llamábamos
“Imbécil”.
Es lo único que compartíamos, ya
que él vivía al otro lado de Madrid, en el barrio de Carabanchel (Alto), con
sus padres, su hermano pequeño (el mío es mayor) y su abuelo. Su libro, una autobiografía ficticia, contaba
en primera persona las peripecias en el mundo normal y corriente de este niño,
dicharachero e ingenuo, y sus amigos, el Ore (de Orejones, el mejor amigo de
Manolito), Yihad (el matón), Susana Bragas Sucias (la matona) y el Mostaza,
como los llamaba él. En concreto, “¡Cómo molo!”, cuenta el verano de Manolito,
el único de su pandilla que no se ha ido de vacaciones, los cuales le mandan
cartas haciéndole rabiar de la envidia (contestando a Yihad, lo que le hace
sentir valiente escribiendo por carta). Su vecina, Luisa, también se ha ido,
encargándole a la madre de manolito cuidar de su casa. El Imbécil rompe el
reproductor de vídeo de Luisa, lo que provoca un enfado entre la madre y la
vecina, que acaba en una “Comida de Reconciliación”. Vuelven a quedarse
cuidando la casa de Luisa, y ambos hermanos trastean en ella pero sin volver a
tocar el vídeo.
En el siguiente capítulo,
Manolito va con su abuelo y el Imbécil a la piscina municipal. El abuelo,
desoyendo los consejos de la madre de Manolito, no les echa crema solar, lo que
hace que el Imbécil acabe en el hospital, lugar en el que Manolito descubre que
su hermano se llama, en realidad, Nicolás (como su abuelo). Vuelven a ir a la
piscina, dando clases de natación, y Manolito aprende de forma práctica el
principio de Arquímedes sobre los cuerpos sumergidos en líquido, pero él acaba
explicando el principio de los García, que por constitución los músculos los
tienen concentrados en la barriga, por lo que en vez de flotar, se hunden.
Manolito cuenta la predilección
de su abuelo por los pasodobles, y siempre se junta en el parque con unos
músicos gitanos (él los llama “los de la cabra”) a bailar y a beber, lo que
provoca la discordia en su casa, ya que la madre de Manolito, e hija de
Nicolás, se avergüenza. Hay una fiesta en un bar y Nicolás se lleva a sus
nietos, y al final de la noche el abuelo recibe una medalla por pasarse toda la
noche bailando y por la discusión que tendrá al llegar a casa, lo que hace que
Manolito le idolatre más aún.
Según van volviendo sus amigos,
Manolito cambia de mejor amigo al Mostaza, también tiene miedo a la vuelta de
Yihad, el matón, y porfin vuelve su verdadero mejor amigo, el Orejones; además
celebran el cumpleaños de este, al cual Manolito envidia porque sus padres
están separados y le hacen muchos regalos “para comprar su amor”.
El último capítulo, “La vida es
dura”, trata la temida vuelta a clase, y el primer día de cole del Imbécil, y Manolito acaba contando con gran vergüenza que
está enamorado de la profesora de su hermano pequeño.
Como supongo, casi todos habréis
leído las aventuras del joven Manolito, sabréis que todas sus historias las
cuenta desde su punto de vista infantil e ingenuo, pero intenta entender lo que
sucede a su alrededor. Es un niño que, pese a poder pasar diferentes penurias,
vive optimista y feliz en su familia. Es un personaje que casi todos los
lectores, aún siendo ya adultos, pueden verse reflejados en él, ya sea como
persona o algunas partes de su vida; y si no es al protagonista, puede ser a
uno de los muchos personajes que aparecen, todos ellos descritos totalmente por
la visión del niño. Además, esta “visión del niño” supo plasmarla con bastante
exactitud Elvira Lindo y, excepto algunas palabras que no concuerdan en el vocabulario
de este chico, por lo general el estilo, la expresión, y el formato del libro
concuerdan con la personalidad de Manolito; el formato lo incluyo porque los
capítulos se dividen según cuenta las historias Manolito, y a veces contando
una historia “se le ha olvidado” contar algo, y vuelve a hablar de una historia
anterior. Creo que todo esto lo hace un libro atractivo para los niños, ya que
al utilizar un estilo y una expresión sencillas (como he dicho, similar a la
que utilizaría un niño) y que, en general, el vocabulario es apropiado e
incluso al ver los pequeños lectores ciertas palabras “de adultos” que
contrastan en la edad de Manolito, podrían adoptarlas a su propio vocabulario.
Tiene una lectura muy sencilla y dinámica.
Creo que la historia es “apetecible”
para los niños a los que va dirigido (8 años) por los motivos que he dicho
anteriormente, ya que cuenta historias reales y posibles (en su gran mayoría) y
podrían verse reflejados en alguno de los muchos personajes que aparecen.
Además creo que ese realismo concuerda con el momento evolutivo de los niños a
los que a priori va dirigido el libro. Las historias que cuenta Manolito pueden
fomentar la imaginación de los lectores en el sentido de que no será muy difícil
que se puedan poner en el lugar de Manolito, e imaginar historias sencillas que
les puedan ocurrir.
El formato físico del libro es
el apropiado para un niño, ya que utiliza una tipología acorde al momento del
lector al que en teoría va dirigido. Es una letra que, siendo ya la de un libro
“de mayores”, es grande y fácil de leer; esto es extrapolable también al tamaño
del libro, y la letra utilizada es muy sencilla. El tamaño del libro es el
único “contra” que le encuentro, ya que me parece un libro grande (supera las
200 páginas) para la edad a la que está dirigido, y
Concluyendo, creo que es una buena historia para que lean los niños, ya
sean mayores o menores a la edad de Manolito (8 años) porque, ya sea por su
personalidad, las personas cercanas a él o las historias que cuenta, podrán
verse reflejados e incluso aprender a reaccionar ante diferentes situaciones
que pueden darse (con mayor o menor facilidad) en la vida cotidiana.
Bien, pero un poco caótico. Te recomiendo que lo hagas más esquemático, siguiendo los apartados que vimos en clase (los mismos que te faltan en el desarrollo del tema). Puedes inspirarte en los blogs de tus compañeros.
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